miércoles, 19 de abril de 2017

Cuadros

Monet

Puente de Monet(1899)

 En 1890 Monet compró una casa con jardín en Giverny que fue ampliada tres años más tarde, creando un llamativo conjunto en el que destacaba el estanque, donde se cultivaron nenúfares exóticos importados de Japón. También se construyó un puente de madera con aires orientales que dio al rincón el sobrenombre del "jardín japonés", lugar que servirá de inspiración para numerosas obras en donde la vegetación será la protagonista. Los frondosos árboles que rodean las orillas del riachuelo se reflejan en el agua, sobre la que destacan las vivas tonalidades de los nenúfares. El cielo desaparece de la composición y la atención se dirige a las líneas del puente y de la vegetación. Todo el conjunto está obtenido a través de una pincelada rápida y vibrante que casi lleva el arte de Monet a la abstracción. La única referencia a la forma está en el puente, lo que provocó las protestas de un grupo de jóvenes artistas que pronto se integrarían en el cubismo ante cuadros de estas características.

 

  Van Gogh

La habitación(1888)

 Mientras vivía en Arles, en 1888 a Van Gogh se le ocurrió pintar el lugar donde residía. Primero envió a su hermano Theo un boceto de la obra en la que estaba trabajando y después hizo lo mismo con su amigo Paul Gauguin. Incluso en una de sus cartas explicaba la importancia del color en esta nueva obra. De hecho, tras salir del hospital en 1889 escribió sobre esta obra: “cuando vi mis lienzos de nuevo después de mi enfermedad, el que me pareció mejor fue ‘La habitación' ”.


Gaugin







Forma parte de los cuadros que pintó el autor durante una de sus primeras estancias en Tahití y representa a dos mujeres bajo un árbol, una de las cuales se encuentra tocando la flauta. Un perro olfateando el suelo a la izquierda y un grupo de tres mujeres adorando un tótem al fondo completarían la imagen, cuyo colorido y composición es la característica de estas obras del pintor.

Las tonalidades de color se aplican de manera plana sin buscar degradados ni efectos que busquen dar volumen ni sensación de profundidad, siguiendo la influencia de las estampas japonesas que tanto inspiraron a Gauguin. La utilización de verdes, amarillos, naranjas y blancos le sirven al artista para conseguir un efecto en la imagen que transmite felicidad.

Estilísticamente el cuadro se ha enmarcado en numerosas tendencias y corrientes estéticas, si bien es cierto es que no podemos ver ninguna que predomine, pudiéndose afirmar que lo que predomina es el característico estilo del pintor, más allá de unos estilos o corrientes artísticas determinadas.




















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